Culmina la Pascua

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La sociedad actual intenta vivir al margen de Dios. Piensa que de esa manera logra su independencia real. No descubre aún qué, más bien, se aleja de sí mismo, que implica buscar incansablemente el sentido de su existencia en vanas ideas.

Estamos en la Semana séptima de Pascua. Culmina este tiempo fabuloso con la Solemnidad de Pentecostésmdebiera ser un tiempo de retrospección pero puede más el egoísmo humano, de ahí la incapacidad de pedir que los dones del Espíritu Santo sean verdaderamente fuente de vida y dirección para la humanidad.

Pero, no todo está perdido. Dios, no se deja ganar en amor, esperanza y misericordia. La vida sigue. La sociedad se transforma. La iglesia sufre. El ser humano se destruye así mismo en guerras sin sentido en su nombre. Pero su fuerza. Su fuego. Sigue estando ahí, en el corazón del hombre, palpitando y quemando. Gritando el nombre de Dios. Grita fuerte: ¡ABBÁ! Aunque el ser humano haga oídos sordos. Eso es gracia. Don que llega de Dios. Don. Nada más don.

Qué Dios siga moviendo el corazón hacia su amor. Algunos aún escuchan su voz, gritan en el desierto de concreto que Dios está, que Dios es. Que Dios se da. La vacuidad del mundo, parece potente. Pero el amor es capaz de entregarse una y otra vez, para salir al encuentro del hijo que llora, que grita, que muere.

Dios derrame sus dones y que podamos ser un poco dóciles a su fuego.

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