Hoy, en el segundo día del octavario de oración por la unidad de los cristianos, nos sumergimos en las Escrituras con Romanos 14, 8-9 y el Salmo 103, 13-18 como guías espirituales. Estos pasajes nos hablan del compromiso y la conexión profunda que compartimos como hijos e hijas de Dios. El lema que nos acompaña en esta jornada es una oración humilde y sincera: «Ayúdanos, Señor, a orientar nuestra vida hacia ti«.
En Romanos 14, 8-9, el apóstol Pablo nos recuerda que, vivamos o muramos, lo hacemos para el Señor. Somos unidos por nuestro compromiso compartido con Cristo, lo que trasciende nuestras diferencias y nos une en un propósito más elevado. Este pasaje nos invita a reconocer la centralidad de Cristo en nuestra vida y a encontrar en Él el fundamento de nuestra unidad.
El Salmo 103, 13-18 nos brinda consuelo al recordarnos que, así como un padre se compadece de sus hijos, así el Señor se compadece de nosotros. Este amor paternal nos fortalece y nos guía, brindándonos una base segura en la que podemos edificar la unidad entre nosotros. La conexión entre estos dos textos nos enseña que nuestra unidad se nutre de la compasión y la gracia divina.
En este día, al reflexionar sobre estos pasajes, es fundamental considerar cómo podemos orientar nuestras vidas hacia Dios en medio de nuestras diferencias. La oración «Ayúdanos, Señor, a orientar nuestra vida hacia ti» se convierte en un clamor colectivo, pidiendo la guía divina para superar divisiones y enfocarnos en lo que realmente importa: nuestro compromiso compartido con el amor y la verdad de Cristo.
Que este segundo día del octavario sea una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la unidad, reconociendo que nuestra fuerza radica en Cristo y que, al orientar nuestras vidas hacia Él, encontraremos el camino hacia una comunión más profunda y significativa. En la oración y la acción conjunta, construyamos puentes que fortalezcan los lazos que nos unen como cuerpo de Cristo.
Muéstrame tu Rostro 