Como preparación al Jubileo Ordinario 2025 el Papa Francisco dispuso que los años previos fueran de preparación, para el ello el 2023 estuvo dedicado al estudio del Concilio Ecuménico Vaticano II, concretamente las cuatro constituciones y el 2024 a la oración.

En la Carta a Rino Fiscichella presidete del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización

En este tiempo de preparación, me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran “sinfonía” de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo. Oración, para agradecer a Dios los múltiples dones de su amor por nosotros y alabar su obra en la creación, que nos compromete a respetarla y a actuar de forma concreta y responsable para salvaguardarla. Oración como voz “de un solo corazón y una sola alma” (cf. Hch 4,32) que se traduce en ser solidarios y en compartir el pan de cada día. Oración que permite a cada hombre y mujer de este mundo dirigirse al único Dios, para expresarle lo que tienen en el secreto del corazón. Oración como vía maestra hacia la santidad, que nos lleva a vivir la contemplación en la acción. En definitiva, un año intenso de oración, en el que los corazones se puedan abrir para recibir la abundancia de la gracia, haciendo del “Padre Nuestro”, la oración que Jesús nos enseñó, el programa de vida de cada uno de sus discípulos.

Francisco (11 de febrero, 2022) Carta a Rino Fiscichella.

La propuesta del Papa Francisco de dedicar el año 2024 a una gran «sinfonía» de oración en preparación para el Jubileo Ordinario del 2025 es un llamado profundo a la conexión espiritual y a la reflexión individual y comunitaria. Este año de oración se presenta como una oportunidad para reconectar con la presencia del Señor, invitando a los creyentes a cultivar el deseo de escuchar y adorar a Dios. La oración se percibe como un medio para expresar gratitud por los dones del amor divino y para alabar la creación, recordando la responsabilidad de preservarla de manera concreta y responsable.

El llamado a la oración como una voz «de un solo corazón y una sola alma» orienta hacia la importancia de la solidaridad y la comunión entre los creyentes, compartiendo el pan diario y siendo conscientes de la interconexión de todos los seres humanos. La oración se presenta como una vía maestra hacia la santidad, una invitación a vivir la contemplación en la acción, integrando la conexión con Dios en la vida cotidiana.

La elección de hacer del «Padre Nuestro» el programa de vida para cada discípulo resalta la centralidad de esta oración enseñada por Jesús, subrayando su significado profundo y su capacidad para guiar la vida espiritual de los creyentes.

En el ángelus de este 21 de enero en el Vaticano, el Papa recordó a los asistentes y a la Iglesia esta intención. Después del mensaje del ángelus dijo:

Los próximos meses nos conducirán a la apertura de la Puerta Santa, con la que comenzaremos el Jubileo. Les pido que intensifiquen la oración para prepararnos a vivir bien este acontecimiento de gracia y experimentar la fuerza de la esperanza de Dios. Por eso comenzamos hoy el Año de la oración, un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo. Nos ayudarán también los subsidios que el Dicasterio para la Evangelización pondrá a nuestra disposición.

Francisco (21 de enero, 2024) Ángelus

El año de la oración propuesto por el Papa es una oportunidad para sumergirse en la espiritualidad, cultivar la gratitud, fortalecer la comunidad, y encontrar la gracia en la contemplación y la acción. Es un recordatorio de la importancia de la oración como un camino hacia la santidad y como un medio para preparar el corazón para la celebración del Jubileo Ordinario del 2025.

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