Hoy, en el cierre de la Semana de Oración por la Unidad de los cristianos, meditamos sobre las palabras inspiradoras de Romanos 12, 9-13 y el Salmo 41, 1-2. Bajo la última súplica, «Señor, que nuestra comunión sea signo de tu Reino«, reflexionamos sobre la esencia de la unidad cristiana como un testimonio visible del Reino de Dios.
En Romanos 12, 9-13, el apóstol Pablo nos presenta un llamado a una amorosa sinceridad en la comunidad cristiana. Nos insta a aborrecer lo malo, a unirnos en la bondad, a amarnos mutuamente con afecto fraternal y a practicar la hospitalidad. Estas acciones, cuando se viven en comunión, son un reflejo tangible del amor divino que une a los creyentes.
El Salmo 41, 1-2 destaca la bendición reservada para aquellos que consideran a los débiles y necesitados. Ser atentos a los necesitados es un acto de justicia y amor que trasciende las diferencias. Esta actitud generosa en la comunión cristiana es un testimonio del cuidado divino que fluye a través de la unidad en la fe.
El lema del día es una súplica final que expresa el anhelo de que nuestra comunión sea un signo visible del Reino de Dios. La unidad cristiana, cuando se manifiesta en amor, compasión y servicio, se convierte en un testimonio poderoso de la presencia del Reino en medio de nosotros.
En este día de cierre, reflexionemos sobre cómo nuestra comunión puede ser un reflejo auténtico del Reino de Dios. Que nuestras acciones y actitudes manifiesten la presencia de Cristo en nuestras vidas y en nuestras comunidades. Que busquemos ser canales de la gracia divina, extendiendo la unidad que solo puede provenir de nuestro Señor.
Que este día de cierre de la Semana de Oración por la Unidad de los cristianos sea un momento de renovación y compromiso. Que nuestras comunidades cristianas, a medida que avanzamos en la vida cotidiana, sigan siendo signos vivos del amor, la paz y la unidad que caracterizan el Reino de Dios. Que así, juntos, construyamos un testimonio duradero de la unidad que Cristo anhela para su Iglesia.
Muéstrame tu Rostro 