Nuestra Señora de las Buenas Nuevas, cerca de Rouen, Francia, tiene una historia arraigada en la fe y la devoción de los fieles que la han venerado a lo largo de los siglos. La iglesia fue consagrada por primera vez el 23 de diciembre de 1563 por el obispo de Luçon, Jean-Baptiste Tiercelin, en medio de las convulsiones religiosas que se vivían en Suiza, Alemania e Inglaterra debido a la Reforma Protestante. A pesar de los desafíos religiosos y las guerras que azotaron Francia, las peregrinaciones a esta iglesia continuaron sin interrupciones.
La estatua de la Virgen María sosteniendo al Niño Jesús, venerada en esta iglesia, atrajo a numerosos devotos, especialmente niños que acudían en procesión para pedir perseverancia después de su primera comunión. Incluso durante los tumultuosos años de la Revolución Francesa, la veneración a Nuestra Señora de las Buenas Nuevas persistió. A pesar de la disolución de la iglesia por parte de la Asamblea Nacional en 1790 y la persecución de los sacerdotes que se negaban a prestar juramento a la Constitución Civil del Clero, los fieles siguieron reuniéndose clandestinamente para celebrar sus ceremonias religiosas.
En 1818, durante una grave epidemia que azotaba la región, los fieles, con el consentimiento de su obispo, hicieron una procesión a Nuestra Señora de las Buenas Nuevas y prometieron celebrar en perpetuidad la fiesta de la Visitación, que era la fiesta de la capilla. La epidemia cesó rápidamente después de esta muestra de fe y devoción.
Durante este tiempo, un joven llamado Jean Baptiste Lamy comenzó a hacer visitas regulares a la iglesia de Nuestra Señora de las Buenas Nuevas. A pesar de su origen humilde, Lamy mantuvo su fe y eventualmente fue ordenado sacerdote. Más tarde, se convertiría en el primer arzobispo de Santa Fe, en Nuevo México, llevando consigo la devoción y el espíritu de Nuestra Señora de las Buenas Nuevas a un nuevo continente.
La historia de Nuestra Señora de las Buenas Nuevas es un testimonio conmovedor de la perseverancia de la fe en tiempos de adversidad y la poderosa intercesión de la Virgen María en la vida de sus devotos.
Muéstrame tu Rostro 