Nuestra Señora de la Espina Florida

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La advocación de Nuestra Señora de la Espina Florida tiene sus raíces en la historia de la Iglesia desde los primeros días de su existencia. Durante la época en que los bárbaros invadieron el Imperio Romano, los cristianos, temerosos de la profanación, ocultaron estatuas de la Virgen María en los lugares más secretos de cuevas y bosques. Entre estas imágenes escondidas se encontraba la de Nuestra Señora de la Espina Florida, cuyo descubrimiento se cuenta de manera maravillosa.

La historia nos lleva al lado occidental del Jura, donde se encontraba una antigua residencia baronil. El señor del castillo, inspirado por las palabras de San Bernardo y su llamado a la cruzada por la liberación de Jerusalén, partió hacia la guerra santa, dejando a su viuda para enfrentar la pérdida mientras celebraba la victoria de su esposo. En una tarde de transición entre el invierno y la primavera, la viuda, en su camino hacia el castillo, se detuvo ante un arbusto espinoso donde descubrió un madroño cargado de flores. Al recoger una rama para ofrecerla ante la imagen de la Virgen en su oratorio, experimentó una profunda dulzura en el corazón.

Decidida a continuar con esta devoción, la mujer visitó el arbusto cada día para recolectar flores, hasta que una noche, al regresar al atardecer, fue iluminada por una luz sobrenatural que emanaba del arbusto. Impresionada, regresó al día siguiente acompañada por un sirviente fiel y su anciano capellán. Al acercarse, la luz se intensificó, y al abrir paso entre las ramas, descubrieron una pequeña imagen de la Virgen María esculpida en medio del arbusto, radiante con una luz celestial.

Llenos de asombro y devoción, llevaron la imagen al castillo, donde fue venerada con gran solemnidad. Sin embargo, al amanecer del día siguiente, la imagen había desaparecido, habiendo retornado la Virgen a su humilde morada en el arbusto. Este acto inspiró a la viuda y a sus seguidores a erigir una capilla en el lugar, que pronto se convirtió en un centro de peregrinación y milagros. La fama de Nuestra Señora de la Espina Florida creció, atrayendo a reyes y fieles de todas partes.

Con el tiempo, se construyó un convento en el lugar, del cual la viuda se convirtió en superiora. Llenó sus días con buenas obras y devoción a la Virgen, hasta que finalmente fue recibida en el cielo por Nuestra Señora de la Espina Florida. Desde entonces, cada primavera, los árboles espinosos florecen como recordatorio de la presencia divina que una vez habitó entre ellos.

La advocación de Nuestra Señora de la Espina Florida perdura como un símbolo de la devoción mariana y la presencia continua de lo divino en el mundo. Su historia, aunque llena de maravillas y prodigios, lleva consigo el mensaje eterno de la fe y la esperanza en la maternal protección de María.

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