José Torres Padilla

Sacerdote diocesano, cofundador de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz; fue un sacerdote enamorado de su ministerio. Vivió con fidelidad el seguimiento de Cristo, combinando en sí mismo al hombre de oración, al profesor y al cofundador.

José Torres Padilla nació el 25 de agosto de 1811 en San Sebastián de La Gomera, en las Islas Canarias de España, en el seno de una familia de clase media. Quedó huérfano de ambos padres y fue acogido, junto con sus tres hermanos y una hermana, por una tía materna. Después de completar la educación primaria, se trasladó a Tenerife en 1827 para asistir a la Universidad San Fernando de La Laguna. Cuando esta institución cerró, continuó su formación en Valencia y luego en la Universidad de Sevilla, donde obtuvo su Licenciatura en Teología. El 27 de febrero de 1836 fue ordenado sacerdote.

Después de un breve período en Granada, en 1842 fue nombrado profesor de Teología Sagrada en el Seminario Conciliar de Sevilla, donde también enseñó Historia Eclesiástica y Patrología a partir de 1857. En 1868, fue nombrado Consultor Pontificio en la Comisión de Disciplina Eclesiástica del Concilio Vaticano I, lo que lo llevó a residir en Roma durante los años 1869-1870. Al regresar a Sevilla, en 1871, fue nombrado canónigo de la catedral. Además de su trabajo académico y parroquial, sirvió como director espiritual. En 1862 conoció a María de los Ángeles Guerrero González, conocida como Santa Ángela de la Cruz, quien trabajaba en una fábrica de calzado y se dedicaba especialmente a la caridad y la oración. Don Torres Padilla, su guía espiritual, ayudó a la joven en su discernimiento vocacional. Con su apoyo, Ángela y algunas compañeras fundaron la primera comunidad de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, dedicada a ayudar a los pobres y marginados. Hasta su muerte, el Siervo de Dios se dedicó a guiar y formar a estas religiosas, así como a la predicación, la confesión y la visita a los enfermos. Falleció el 23 de abril de 1878.

José Torres Padilla fue un sacerdote enamorado de su ministerio, que vivió fielmente su seguimiento de Cristo, combinando en sí mismo al hombre de oración, al profesor y al cofundador. Fue muy apreciado por su sabia orientación y sus prudentes consejos, buscados por muchos, desde los pobres y enfermos hasta el clero y los religiosos. Su fama de santidad era tan conocida que en Sevilla lo llamaban «el Santero». Compartió el carisma de Santa Ángela de la Cruz y guió la formación de las Hermanas con una sensibilidad paternal. La oración y el diálogo interior con el Señor fueron una constante en su vida de fe. Consciente de sus propias limitaciones, se abandonó a la voluntad de Dios con humildad.

Animado por la esperanza, se entregó al prójimo, especialmente a las almas más necesitadas. Durante la epidemia de cólera que azotó Sevilla en 1865, se esforzó por ayudar a todos con gran generosidad. Su fama de santidad y los milagros atribuidos a él persisten, especialmente en la ciudad de Sevilla y entre las Hermanas de la Compañía de la Cruz. Para su beatificación, la postulación presentó al examen del Dicasterio el presunto milagro de la curación de una hermana religiosa de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz. El milagro fue reconocido como auténtico y atribuido a la intercesión de José Torres Padilla, confirmando así su reputación de santidad y su capacidad de interceder por los necesitados ante Dios.

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