Nuestra Señora de Edesa

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El 2 de junio se celebra a Nuestra Señora de Edesa, en Asia Menor, una advocación mariana de gran importancia histórica y espiritual. Esta celebración está vinculada a la vida de San Alejo, también conocido como San Alexis, un santo que es ejemplo de humildad y entrega total a Dios.

San Alejo, hijo de un prominente senador romano llamado Eufemiano y su esposa Algas, nació en una familia rica y devota tras años de oraciones fervientes. A pesar de la abundancia material de su familia, desde joven fue instruido en el valor de la caridad y el servicio a los pobres.

En la Roma del siglo IV, Alejo recibió una excelente educación y, siguiendo los deseos de sus padres, contrajo matrimonio con una mujer de la familia imperial. Sin embargo, deseaba consagrar su vida a Dios y, en un acto de obediencia divina, dejó a su esposa después de la ceremonia, entregándole su anillo de bodas.

Alejo partió en secreto hacia Siria, llegando a Edesa, donde adoptó una vida de mendigo. Vivía en la entrada de una iglesia dedicada a la Virgen María, Nuestra Señora de Edesa, y dedicaba su tiempo a la oración y al cuidado de los enfermos en el hospital local. Nadie conocía su verdadera identidad, y su familia lo buscó infructuosamente durante años.

Un día, la imagen venerada por San Alejo habló a un sacristán, revelando la santidad de Alejo y su identidad como «Hombre de Dios». Ante esta revelación, y abrumado por la veneración de la gente, Alejo huyó nuevamente, buscando el anonimato. Unas tormentas lo llevaron de regreso a Italia, donde, siguiendo la inspiración divina, regresó a su hogar en la colina del Aventino en Roma.

Sus padres no lo reconocieron y Alejo vivió como un humilde sirviente en su propia casa durante 17 años, soportando con paciencia y humildad el desprecio de los demás sirvientes. Al morir, las campanas de la iglesia sonaron solas y una voz divina indicó al Papa Inocencio I buscar al «Hombre de Dios». Guiados por esta voz, el Papa y el Emperador encontraron el cuerpo de Alejo bajo una escalera, sosteniendo un pergamino que detallaba su vida y revelaba su identidad.

Los restos de San Alejo fueron sepultados en la Basílica de San Pedro y posteriormente trasladados a la iglesia de San Bonifacio en Roma. San Alejo es modelo de los Hermanos Alexianos y patrón de los peregrinos y mendigos. Su festividad el 17 de julio fue retirada del calendario de santos en el Concilio Vaticano II.

Nuestra Señora de Edesa y la vida de San Alejo nos recuerdan la importancia de la humildad, la caridad y la devoción a Dios, valores que siguen siendo relevantes en nuestra vida espiritual y comunitaria.

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