Nuestra Señora del Buen Puerto

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La Virgen de Nuestra Señora del Buen Puerto, también conocida como Nuestra Señora de Buen Puerto, es una figura venerada en la iglesia de Paimpol, en Francia, por su papel milagroso en la protección de los marineros y navegantes. Su devoción se remonta al año 1838, cuando la tripulación de un barco, compuesta por cuarenta y ocho personas, se encontraba en una travesía peligrosa desde Terranova hacia Paimpol.

Durante la travesía, la tripulación se enfrentó a una tempestad aterradora que amenazaba con hundir su embarcación. Con las velas destrozadas y el barco comenzando a llenarse de agua, los marineros, desesperados, recurrieron a la Virgen María bajo el título de Estrella del Mar, suplicando por un buen puerto seguro. Prometieron que, si eran salvados, visitarían la iglesia de Paimpol, donde se encuentra una imagen venerada de Nuestra Señora. Milagrosamente, la tormenta comenzó a disminuir, permitiendo que la tripulación reparara sus velas y llegara a salvo a las costas de Bretaña.

Al llegar a tierra firme, los marineros cumplieron su promesa y se dirigieron a la iglesia de Nuestra Señora del Buen Puerto en Paimpol, donde fueron recibidos por una multitud agradecida. Padres dieron gracias por el regreso de sus hijos, esposas por el retorno de sus esposos. Arrodillados ante el altar de la Virgen, la comunidad entonó la Letanía de la Santísima Virgen en agradecimiento por su protección y salvación.

La imagen de Nuestra Señora del Buen Puerto, con su cabeza inclinada y brazos extendidos, parece invitar a todos a acudir a ella en busca de consuelo y protección. Los marineros, con profundo fervor, entonaron el himno «Ave Maria Stella«, uniendo sus voces con las de la comunidad en gratitud por la intercesión de la Virgen en su momento de necesidad.

Desde entonces, Nuestra Señora del Buen Puerto ha sido invocada por marineros y navegantes como su protectora y guía en los peligros del mar, recibiendo la gratitud y devoción de aquellos cuyas vidas han sido salvadas por su intercesión milagrosa. Su imagen en la iglesia de Paimpol continúa siendo un lugar de peregrinación y oración para quienes buscan su amparo en sus travesías marítimas.

Salve, del mar Estrella,
Salve, Madre sagrada
De Dios y siempre Virgen,
Puerta del cielo Santa.


Tomando de Gabriel
El Ave, Virgen alma,
Mudando el nombre de Eva,
Paces divinas trata.


La vista restituye,
Las cadenas desata,
Todos los males quita,
Todos los bienes causa.


Muéstrate Madre, y llegue
Por Ti nuestra esperanza
A quien, por darnos vida,
Nació de tus entrañas.


Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
Libres de culpa, infunde
Virtud humilde y casta.


Vida nos presta pura,
Camino firme allana;
Que quien a Jesús llega,
Eterno gozo alcanza.


Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanzas;
Una a los tres le demos,
Y siempre eternas gracias.
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