Nuestra Señora de la Guardia

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La advocación de Nuestra Señora de la Guardia, o Notre Dame de la Garde en francés, tiene sus raíces en una leyenda que se remonta al siglo XIII en la ciudad de Marsella, Francia. Según la historia, un pescador se encontraba atrapado en una tormenta violenta en alta mar, cuando de repente avistó una figura de una dama vestida de blanco en la cima de una colina sobre la ciudad, extendiendo su mano como si ofreciera ayuda. El pescador, reconociendo en ella a la Virgen María, rezó por su intervención y milagrosamente su barco fue guiado de regreso a puerto, salvándose así de una muerte segura.

Este evento milagroso se convirtió en el origen de la devoción a Nuestra Señora de la Guardia en Marsella. Los marineros, que enfrentaban constantemente los peligros del mar, comenzaron a invocar su ayuda en momentos de necesidad, y se cree que la figura de la Virgen aparecía en la colina para protegerlos y guiarlos de regreso a tierra firme durante las tormentas.

En agradecimiento a su intercesión, los marineros de Marsella erigieron una capilla en la cima de la colina entre 1213 y 1218, donde colocaron una hermosa estatua de Nuestra Señora de la Guardia. Con el tiempo, esta capilla fue reemplazada por una gran iglesia en 1544, y aunque la estatua original fue destruida durante la Revolución Francesa, fue reemplazada por una nueva en la década de 1830.

La devoción a Nuestra Señora de la Guardia se extendió más allá de los marineros cuando, en 1832, la ciudad de Marsella fue golpeada por una epidemia de cólera. Los habitantes decidieron recurrir a María en busca de ayuda, llevando en procesión la estatua desde la colina hasta la ciudad. Se dice que la epidemia disminuyó y finalmente desapareció después de esta devota acción, lo que llevó a que María fuera conocida también como Nuestra Señora de la Ayuda.

Con el tiempo, la colina de Notre Dame de la Garde se convirtió en un lugar de peregrinación para personas de todas partes, no solo marineros. En 1864, se construyó una hermosa basílica en la cima de la colina, que se ha convertido en un símbolo distintivo de la ciudad de Marsella. El interior de la basílica está adornado con ofrendas votivas de marineros, así como con maquetas de barcos, como muestra de agradecimiento por la protección brindada por Nuestra Señora de la Guardia. Una estatua dorada de la Virgen y el Niño corona la basílica, mirando hacia la ciudad y simbolizando la constante protección y cuidado de María sobre sus devotos.

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